Como delegada de la Pastoral de Movilidad Humana de Panamá, tuve el privilegio de participar junto con Marianne Colmenares en el Jubileo del Mundo Misionero y de los Migrantes celebrado en Roma. Fue una experiencia de comunión eclesial que renovó nuestro compromiso de acompañar con cercanía, solidaridad y esperanza a las personas migrantes, signo vivo de una humanidad en búsqueda de dignidad y paz.
En su homilía, el Papa León nos recordó que toda la Iglesia es misionera y que las nuevas fronteras de la misión no son geográficas, sino humanas: el sufrimiento, la pobreza y el deseo de esperanza que tocan nuestras puertas. Nos invitó a “permanecer” para acoger, mirar con compasión y abrir el corazón a quienes llegan, haciendo del Evangelio un encuentro concreto de amor y misericordia.
Regreso a Panamá con el corazón agradecido de haber tenido el privilegio de esa experiencia de comunión y diversidad, y con el deseo de seguir construyendo una Iglesia que acoge y acompaña, sembrando esperanza en cada migrante que encontramos en el camino.
Octubre 3-5, 2025.
Roma, Italia
